Si la gente conociera que se puede vivir con bienestar emocional y mental, independientemente de su condición, entorno, circunstancia o situación anímica, dejaría de quejarse y se ocuparía de saber cómo hacerlo.
Estamos viviendo años que no son fáciles.
En el mundo, han pasado y pasan cosas muy graves que nos afectan a todos.
Se nota que una de las principales perjudicadas de todo lo que sucede está siendo la salud emocional y mental.
No sé tú, pero yo veo a cantidad de gente muy cabreada, molesta, tensa, disgustada, triste, seria, quejándose permanentemente.
Cada vez se consumen más benzodiazepinas (esos ansiolíticos cuyos nombres terminan casi siempre en “am”), se incrementan los casos de ictus, infartos, alergias, enfermedades autoinmunes…
Y algo peor, nunca ha habido tantos suicidios. Hace poco leí que 1 de cada 3 jóvenes había pensado alguna vez en suicidarse.
Estamos dando más valor a todo lo externo que a nosotros mismos.
Te aseguro que no tienes idea de la rabia e impotencia que siento cuando veo a alguien consumido por su malestar emocional, como se resigna a su suerte y se encoge de hombros ante su sufrimiento con un “es lo que hay”.
Pues no, no es “lo que hay”.
Hay mucho más de lo que parece.
Te cuento algo al respecto de resignarse y aceptar algo que no te gusta:
Vivo en las afueras de Madrid, en uno de esos pueblos que llaman “dormitorios”, con bloques de 3 plantas y chalés adosados.
Hace casi 30 años que vivo en una urbanización con una zona común grande, en la que plantaron un día una piscina y una cancha de tenis (en la que nadie juega).
La piscina, en cambio, siempre ha sido un medio para interactuar socialmente. En verano, los vecinos nos dábamos, aprovechando las jornadas intensivas, a eso de la tertulia y en general, el compartir ideas.
En esa piscina conocimos, mi mujer y yo, a varios vecinos, la mayoría por la afinidad de tener hijos pequeños.
Así llegamos a tener un grupo de amigos (más o menos y luego verás por lo que lo digo), que, de vez en cuando, también quedaban para otras cosas fuera de la piscina.
Había algo que no encajaba demasiado en esta situación. Veíamos actitudes, formas de hacer las cosas, costumbres, que no encajaban con nosotros, con nuestros valores.
A veces renunciábamos a quedar porque no nos encontrábamos a gusto. Pero, por pereza unas veces, y cubrir momentos de aburrimiento acompañados otras, seguíamos por inercia en vez de buscar nuevos amigos y “sanear” nuestra vida social.
Hasta que un día, ocurrió algo que cambió todo.
Mi mujer y otra persona del grupo llevaban celebrando hacía más de 10 años juntas el cumpleaños (se llevaban solo un día entre ellas). Pero ese año, de repente, la mayoría decidió, en plena celebración, felicitar SOLO a la otra, como si mi mujer ni existiera.
¿Por qué? Pues a día de hoy sé tanto como tú.
Ahí entendimos en carne propia lo que es el ninguneo, el abandono y el desprecio.
Y el significado más profundo de la palabra “decepción”.
Nadie nos defendió y la mayoría, que eran medio neutrales, se borraron.
Y las heridas emocionales que justo esas personas provocaron, reconozco que han tardado en curar mucho tiempo, a pesar de estar (mi mujer y yo), muy “trabajados” emocionalmente hablando.
Duele más la decepción que el desprecio. Sin duda.
Y todo ello porque no nos hicimos caso a nosotros mismos. Porque no tomamos una decisión coherente y nos dejamos vencer por la pereza, aun sabiendo que la relación no era lo que deseábamos.
¿Qué conclusión sacamos de esta historia?
Dejar la iniciativa a las circunstancias externas, a lo que pueda pasar sin tú intervenir, hace que tengas todos los números para que tu bienestar emocional y mental desaparezca.
Simplemente estás renunciando a dirigir tu propia vida.
Parece claro que no es “lo que hay”, ¿verdad?
Mira, hay dos principales razones por las que monté este Programa de Bienestar personal:
Una es puramente profesional. Me gano la vida con este trabajo y quería simplificar los procesos de coaching o PNL que llevo a cabo habitualmente, con un servicio asequible y fácil de entender y de contratar.
Simple.
La segunda es motivadora. Me creas o no, es esa rabia e impotencia que, antes de contarte la historia, te decía que sentía.
¿Sabes qué? Yo me he visto de esa manera antes y por eso creo que la situación resuena tanto dentro de mí.
Me fue tan mal, que me revuelve las tripas ver a alguien que esté pasando por ello, no sabe cómo salir y se conforma a su suerte.
Cuando eso sucedió, yo sí la tuve y encontré la ayuda que necesitaba. El cambio fue tan radical, tan bueno para mí, que influyó para dedicarme profesionalmente a ello desde 2010.
En el Programa de Bienestar personal están esos doce años de trabajo condensados, toda mi experiencia de ayuda a cientos de personas.
Prácticamente ninguna sabía que podía hacerse cargo de mejorar su propia vida, con un poco de ayuda y orientación. Que podía volver a la senda del bienestar, en lugar de quedarse en la del malestar y la angustia.
Descubrían la posibilidad de tener paz, dormir bien por las noches (muchos mandaron a la mierda las benzodiazepinas) y disfrutar de lo que la vida les proporcionaba.
No hacen falta superpoderes extraordinarios. Solo poner el foco en ocuparse de sí mismas y buscar ayuda experta.
4 únicas sesiones de 90 minutos. En un més, podrás a empezar a recuperar tu bienestar personal.
Pues sí. Quiero ocuparme y no preocuparme.
¿Para quién es el programa de bienestar personal?
Para estos perfiles de personas es particularmente interesante:
- Personas que, sin que nada aparente lo justifique, a veces sienten malestar emocional (inquietud, nervios, tristeza, enfado…).
- Personas que se quedan habitualmente sin decidir nada, porque le dan “vueltas y vueltas” a todas las posibilidades posibles.
- Personas que se refugian en “placeres” momentáneos (compras compulsivas, redes sociales a todas horas, exceso de comida, tabaco, alcohol, …) para evitar sentirse mal.
- Personas que se quejan de todo y que sienten que “todo el mundo está contra ellos”.
- Personas que empiezan a pensar que no están bien físicamente. Que algo grave les pasa y empiezan a consultar a médicos y más médicos, que no les encuentran nada.
- Personas que no tienen suficiente con nada y viven en completa insatisfacción tengan lo que tengan o hagan lo que hagan.
- Personas que se sienten culpables de todo lo que les pasa a ellos y a los demás, que piensan que valen muy poco y nunca están a la altura.
- Personas estresadas permanentemente y que corren de uno a otro sitio con la permanente sensación de “no tener tiempo para nada”.
- Personas con miedos irracionales, que viven una vida de temor permanente a cualquier cosa o situación que remotamente pudiera perjudicarles.
- Personas que han perdido su identidad, que quieren volver a ser “ellas” y no las que han tenido que ser o les han impuesto.
¿Qué beneficios se logran con el programa de bienestar personal?
Con el acompañamiento planificado, en poco tiempo de sesiones podrás:
- Volver a esa sensación de equilibrio, serenidad y plenitud que necesitas para vivir mejor y disfrutar de la vida.
- Saber afrontar mejor los contratiempos inesperados que puedan surgir y ganar resiliencia, convirtiendo tus dificultades en oportunidades.
- Disminuir y saber gestionar tu estrés diario, para que no se convierta en fuente de enfermedades físicas y malestar.
- Liberar tu mente de preocupaciones sin sentido, descubriendo las oportunidades que no ves por tener la mente “ocupada” en ellas.
- Ganar en amplitud de miras, rapidez mental, concentración y creatividad para ocuparte de retos y objetivos con mayores probabilidades de éxito.
- Mejorar tus habilidades sociales y dar a tu entorno familiar o de amistades todo lo que te gustaría dar de lo bueno que tienes.
- Recuperar tu verdadera personalidad, volver a ser tú mismo/a en cualquier circunstancia sin remordimientos ni culpas.
Es para mí y quiero empezar ya..
¿Por qué un coach para recuperar el bienestar personal?
A ver…
Para muchos, el campo de la ayuda y el desarrollo personal se reduce a los profesionales con título universitario. Esto es, psicólogos y psiquiatras.
En este momento, estos profesionales se encuentran saturados por la alta demanda. Además, hay problemas menos complejos que no precisan de su intervención.
En cambio, hay otros profesionales alternativos (coaches, terapeutas), que pueden cubrir gran parte de esas intervenciones que no implican trastornos psicológicos graves.
Como en todas las profesiones, hay dos tipos de profesionales alternativos, los de verdad y los vendehúmos.
Los de verdad son capaces de facilitar que la persona encuentre los recursos adecuados para poder realizar cambios en su vida y luego ayudarle a ponerlos en marcha.
Para distinguir entre unos y otros te pongo un ejemplo muy sencillo:
Imagina que, para estar mejor, tienes que cambiar “algo” que está muy arraigado en tu personalidad.
Tanto que tú crees que “eres así”, vamos.
El caso es que eso que crees que “eres”, te está impidiendo avanzar en otra cosa.
Un vendehúmos casi seguro te dirá que tú tienes el poder de cambiar las cosas sí o sí y que si pones la intención y el foco en eso que quieres, el universo te lo traerá.
Materializarás lo que tu desees, porque el poder es tuyo, vaya. Solo debes concéntrate y apartar de ti todo lo que no sea tu objetivo (aunque estés tirado “a la bartola” en el sofá).
Un profesional de verdad te hará preguntas para averigües por ti mismo si eso que tú crees que eres, es verdad o una creencia aprendida.
Una vez que lo sepas te invitará a cambiarla, si es que es aprendida, o te ayudará a averiguar en que te beneficia y si la puedes sustituir por otra que no te impida avanzar y que te proporcione el mismo o parecido beneficio.
Por último, te ayudará a plantear un plan de acción detallado para hacerlo.
¿Ves a que me refiero?
Pero cuidado aquí también.
Probablemente, si te has planteado contratar a un profesional alternativo, habrás buscado en internet. Es lo que hace la gente.
Pero en el momento que se usa el buscador, empieza el baile:
Cursos carísimos prometiéndote ganar millonadas si te haces coach, vídeos de pretendida motivación con poses y frases copiadas de otros, webs carísimas prometiendo “sanar” tu alma y hasta tus caries, si hace falta.
Tipos o tipas (tanto da) en Instagram o Facebook marcando cacha y haciéndose selfies en la playa o sitios exóticos con mensajes del tipo “Cree en tu poder”, “Millonario al instante” y cosas por el estilo.
Visto así, no me extraña que para muchas personas solo existan los profesionales de la ayuda con títulos universitarios.
Creo que a estas alturas me entiendes perfectamente. Hay profesionales y otros que simplemente no lo son. No te dejes deslumbrar y pregunta. Pregunta siempre antes de contratar nada.
Hazlo. Incluso te animo a que preguntes por mí.
Antes te dije que llevo ya 12 años trabajando con personas como tú, que un día han decidido ocuparse de ellas mismas. Esas personas pueden darte las respuestas sobre mi a poco que las busques o me pidas que te ponga en contacto con ellas.
Lo último que deberías saber, porque es importantísimo, es que cuando las personas sufren continuamente, tienden a intentar adaptarse y por eso los males se hacen crónicos.
Es decir, si no actúas, siempre vas a tener esos problemas de relación, de comunicación, de salud. Nunca van a desaparecer con el tiempo. Aunque te jubiles, como habitualmente la gente piensa.
Y entender esto es FUN-DA-MEN-TAL. La única persona que puedes poner remedio a un progresivo deterioro que nadie sabe dónde podrá llevarte, eres tú.
No son las pastillas, ni los médicos, ni el psicólogo, ni yo.
Eres tú.
En serio, si tú no quieres, lo mejor es que aquí acabes tu lectura, porque así no perderás el tiempo. En ese caso, te deseo mucha suerte.
En cambio, si no es así, quiero comentarte una última cosa:
- Si tú no quieres, ya puedes gastarte lo que te parezca comprando cosas, yendo a médicos, viajando, teniendo sexo o divorciándote. Nada externo va a aliviar lo que sientes. Nunca.
- Si quieres, habitualmente no podrás resolverlo solo. Con amigos o familia tampoco, porque entonces estarás en el primer caso (además peor, porque están implicados emocionalmente).
- Y si quieres y contratas ayuda profesional cualificada, tienes que asegurarte que ese profesional va a trabajar para que tú y no él (volveríamos al primer caso, el de lo externo), puedas poner remedio a lo que te pasa.
Llámalo empoderarte, facilitarte el encontrar tus propios recursos, hacerte ver dónde están los mecanismos que te conducen a tu estado actual o como quieras llamarlo.
Tú eres el/la/le/li/lo/lu único/a/e/i/u que lo puede hacer. Punto.
Por todo lo que aquí te he contado, es posible que mi Programa de Bienestar personal te pueda interesar. Al menos, que despierte tu atención.
Ahora, pulsando el botón de más abajo, puedes ir a la página donde puedes adquirirlo, donde tienes todas sus características y precio.
Solo un consejo, si me lo permites: Decidas lo que decidas, decide por ti. Toma tú las riendas.
Vale, has despertado mi atención.