Me atrevería a decir que esta pregunta debe estar en decenas o centenas de cabezas ahora mismo. De hecho, estoy seguro de que “Como puedo volver a mi vida anterior” podría ser un trending topic, a poco que algún avispado tuitero lo introdujera en los timelines con la debida estrategia.
Tras un año de pandemia “oficial”, los síntomas de cansancio y hastío son evidentes en muchas de las personas que veo. Hay un sentimiento común de abatimiento, mezclado con ese tinte nervioso de la incertidumbre que no cesa.
El estrés, la inseguridad en el futuro, la impaciencia y en no pocas ocasiones la frustración por no poder hacer ciertas cosas, han dado paso a la llamada “fatiga pandémica”, una denominación que esconde la necesidad de las personas a propósito de que su vida vuelva a ser como era antes de que todo pasara.
Pero la situación continúa. Ola tras ola, noticias tras noticias, cifras tras cifras. Así que la pregunta que puedes estar haciéndote tú es ¿es posible que exista algún modo de recuperar la vida que yo vivía antes?
(Con un matiz, no cuando todo acabe, sino YA) ¿Eso es posible?
Qué es lo que no y qué es lo que sí
La respuesta concreta es que, tal y cómo antes era, no es posible. Lamentablemente esta situación ha cambiado muchas de las circunstancias habituales en las que nos manejábamos, afectándolas gravemente. Y son circunstancias que no dependen de nosotros, ni podemos manejar.
Sin embargo, hay una parte que SÍ puede volver a ser la de antes. Una parte más interna. Tu actitud, tu energía, tus ganas, tu capacidad para analizar y tomar decisiones, tu “olfato” para detectar oportunidades, tu resiliencia, tu empatía, tu compasión… todo lo que depende sólo y exclusivamente de ti.
¿Qué hace la diferencia entre una buena y una mala experiencia? Me refiero a poder hacer algo concreto o no poderlo hacer. Algo que antes no hacía dudar, porque no había circunstancias que lo impidieran o limitaran.
Pues sencillamente, como vivas esa experiencia. Puedes vivirla con frustración o aceptar que ahora hay circunstancias especiales que no te van a permitir hacer eso que quieres hacer, de la manera que lo quieres hacer.
Aunque, claro está, esas circunstancias no van a durar siempre. Y siendo así, pues ya lo harás cuando no existan impedimentos ¿no?
Mientras tanto la vida va a seguir. Y lo va a hacer llena de retos que hay que resolver ¿Que tal reformular tus planes iniciales, para solucionar esos retos con más eficacia y a la vez, disfrutando con ello?
El encanto de las pequeñas acciones cotidianas
Ese curso que querías hacer, esa mano de pintura al techo que siempre estabas aplazando, esas películas o series que tenías pospuestas, el libro que quedó encima de la mesa sin abrir, la receta que siempre quisiste cocinar, el rompecabezas que querías hacer con tus hijos….
Hay miles, decenas de miles de pequeños retos cotidianos, que antes pasaban a ser segunda o tercera prioridad ante los temas que considerábamos más importantes, ahora tan limitados.
Y nos acostumbramos a otorgar tanta importancia a estos últimos, que no poderlos llevar a cabo (y lo que es peor, no saber cuándo podremos hacerlo), nos ha dejado sin capacidad de reacción. Esperando a que toda esta situación termine, como condición principal para actuar.
Normal entonces que, con el paso del tiempo, la frustración y el cansancio hayan crecido. Si ahora mismo nuestro horizonte de estímulos pasa solo porque nos dejen hacer lo que nos está vedado, estamos al mismo nivel de la bola de nieve que cae por la ladera…cada vez más frustración y más cansancio.
Te propongo que revises todo eso que algún día se te ocurrió hacer y se te olvidó. Esas pequeñas cosas que has dejado siempre pendientes porque no te parecían tan importantes. Haz una lista pormenorizada de ellas.
Tómate tu tiempo, no creas que es fácil que aparezcan todas por arte de magia. Eso sí, te aseguro que vas a reencontrar algunas, que realmente van a despertar de nuevo en ti esas sensaciones y motivación que necesitas que inunden tu cuerpo y tu mente en este momento.
Me refiero a la vuelta de tu creatividad, tu energía, arrojo, capacidad de decisión, de análisis, tu concentración, tu ilusión…todo eso que ahora te falta, fundamentalmente porque no lo estás usando. Y si no lo usas, tu cerebro, que no quiere gastar energía, lo “aparca”.
Tu cerebro necesita volver a trabajar (bien) otra vez
No recuerdo quien dijo en una ocasión que el cerebro era como un paracaídas. Solo sirve si se abre. Considera que ahora está cerrado. Y por ello necesitas estimularlo de nuevo, ponerlo a prueba, volverlo a poner a trabajar.
Pero no hacerlo como ahora, dándole vueltas a cuándo volverá la posibilidad de hacer ciertas cosas. Ni buscando quejas o excusas a propósito de por qué los que mandan te las han impedido, o en otros casos te las han impuesto.
Se trata más de ocuparse de esos pequeños actos cotidianos disfrutando con sinceridad del aquí y del ahora.
Hazlo y volverán tu actitud, tus ganas, tu capacidad para decidir, para sorprenderte, para crear, imaginar, aprender. Volverá la imaginación y la curiosidad. Tu humor y motivación. Recuerda que todas estas cosas dependen solo y exclusivamente de ti.
Y si a pesar de ello no encuentras el modo, dímelo. Por supuesto que puedo echarte una mano para que lo logres.
Foto de cottonbro en Pexels