No es tan fácil hacer cambios

El pasado mes de noviembre, me llamó una persona que hace tiempo se interesó por trabajar conmigo en su desarrollo personal. Esta vez venía convencido para iniciar un proceso. Cuando le pregunté el motivo, me contestó: “Tengo que hacer cambios en mí y no puedo. No es tan fácil hacer cambios”

No pasaron más de dos segundos cuándo me soltó: ¿Por qué es eso?

Efectivamente, no es fácil hacer cambios. Básicamente porque a nuestro cerebro no le gustan nada.

Resulta que el cerebro está muy preocupado en ahorrar energía, por si ocurre un imprevisto que requiera huir o enfrentarse. Y el proceso de hacer cambios le exige mucho gasto ¿Sabías eso?

Nuestro cerebro es una máquina maravillosa, pero su configuración biológica hace que no resulte fácil cambiar conductas aprendidas que en algún momento nos sirvieron, pero que ahora ya no lo hacen Share on X

Cuando se plantea un cambio en la forma de hacer o afrontar algo, la secuencia que lleva a cabo nuestro cerebro consiste en buscar cual es la forma tradicional de hacer las cosas y compararla con la nueva, para evaluar qué es lo mejor.

Esta secuencia debe hacerla la región prefrontal, donde se produce el razonamiento y la elaboración lógica. Y consume muchísima energía en ello.

Para evitarlo, en el tronco cerebral (parte del llamado cerebro primitivo o reptiliano), existen unas estructuras llamadas ganglios basales. Son responsables de poner en primer lugar todo lo que nos funcionó bien en el pasado. De hecho, en ellas están “almacenadas” las conductas aprendidas.

Lo que hace el cerebro es utilizar esas conductas aprendidas y automatizadas a través de redes neuronales usadas muchas veces. Así ahorra la máxima cantidad de energía.

Ante cualquier cambio importante, el sistema límbico, donde se alojan los circuitos neuronales del miedo, reacciona seleccionando el circuito de la neofobia (miedo a lo nuevo) y automáticamente esos ganglios basales intervienen en la “búsqueda” de una conducta aprendida que evite consumir energía.

Resultado final: Resistencia al cambio.

Nuestro cerebro es una máquina maravillosa, pero su configuración biológica hace que no resulte fácil cambiar conductas aprendidas que en algún momento nos sirvieron, pero que ahora ya no lo hacen ¿Qué opinas de ello? Puedes escribirlo en los comentarios ahora.

¿Qué hacer entonces para conseguir cambios, necesarios para nosotros, pero que, como hemos visto, no son fáciles de lograr?

“Engañar” a tu cerebro es una buena estrategia cuando quieres hacer cambios

 

Tal y como lo estás leyendo: Engañar, siempre entre comillas, a tu cerebro puede resultarte útil. Resulta que existen circuitos neuronales, disponibles para ahorrar energía cuando hay que hacer cambios. Oye ¿y por qué no creamos esos circuitos que incluyan esos cambios ya hechos?

¡Ah, que piensas que eso no es posible! Es lógico, seguramente te estás preguntando cómo vas a crear tú un circuito neuronal, con el cambio que requieres ya hecho, para que cuando lo necesites tu cerebro lo encuentre fácilmente y no gaste energía, porque ya tiene esa información.

Cosa de locos ¿verdad? ¿A ti que te parece? ¿Sí o no puede hacerse? Déjame tu opinión en los comentarios, si te apetece.

Verás, cuando pensamos o hablamos, nuestro cerebro más primitivo no distingue si lo que estamos pensando o diciendo es verdad o es mentira. Todo va directamente a nuestro inconsciente. Luego nuestra región prefrontal, la consciente, se encarga de racionalizarlo y dotarlo de la lógica que conocemos o con la que medimos las cosas.

Pero, parafraseando el famoso dicho sobre la ciudad de Las Vegas: “lo que pasa en el inconsciente se queda en el inconsciente”.

Con la programación neurolingüística podemos, precisamente, trabajar esa cualidad. Permite configurar pensamientos, lenguaje y sentidos para que los comportamientos que conlleve el cambio se automaticen y se conviertan en un circuito neuronal.

La PNL es la mejor técnica, en las manos de las personas adecuadas, para tener más opciones. Sabiendo como configuramos pensamientos, emociones y formas de comunicarnos, entendemos como es más sencillo hacer cambios de forma individual.

En PNL se dispone de herramientas sencillas que, con la práctica adecuada, pueden ir progresivamente sustituyendo unos circuitos desfasados por otros actualizados. Las veces que necesites, todas las que quieras.

Se trata de sustituir creencias insertadas desde niño y reforzadas de adulto. Creencias que aunque no sirven, siguen ahí, pero con las que hemos desarrollado nuestros comportamientos. Comportamientos que a veces tenemos que sustituir para vivir como realmente necesitamos y queremos.

La PNL permite configurar pensamientos, lenguaje y sentidos para que los comportamientos que conlleve el cambio se automaticen y se conviertan en un circuito neuronal. Share on X

Pero aún hay más ¡Por qué los cambios no permanecen?

 

Efectivamente no solo vale con engañar al cerebro, porque si queremos que el cambio permanezca, debemos tener en cuenta que si hacemos cambios a nivel consciente, también debemos hacerlos a nivel inconsciente, o al menos que los primeros no afecten a la estructura del segundo.

Robert Dilts, a principios de los 80, aportó a la PNL la llamada pirámide de niveles neurológicos. Básicamente la enseñanza es que hay tres diferentes zonas en nuestra mente, denominadas por Dilts, consciente, inconsciente y transpersonal. Cada una de estas zonas contiene diferentes niveles que Dilts categorizó como pisos de una pirámide, indicando que cualquier cambio en uno de los niveles, comportaba que el resto de los mismos debía de alinearse con ese cambio.

Además, indicó que habitualmente los cambios se hacen a nivel consciente (lo que “vemos”), en los niveles de comportamiento o entorno, pero no se alinean con los superiores que se situan en la zona del inconsciente (capacidades-aprendizajes, creencias-valores e identidad, que obviamente “no vemos”), lo que ocasiona que no duren demasiado. O que cualquier cambio en esos niveles superiores inmediatamente trae como consecuencia un cambio automático en los inferiores.

La pirámide de niveles neurológicos, la gran aportación de Dilts a la PNL, también explica por qué no funcionan ciertos cambios en las organizaciones, haciendo un paralelismo entre los niveles neurológicos y los niveles de las mismas.

Lo que es cierto es que está a nuestro alcance, conociendo estas particularidades de la mente y de nuestro cerebro, el cambiar exactamente lo que queremos cambiar y hacia donde nosotros deseamos hacerlo. Es absolutamente absurdo renunciar a ello, pues cualquiera, con trabajo y manteniendo ciertas reglas, puede hacerlo.

Frank Pucelik, co-creador de la PNL junto a Bandler y Grinder y una de las personas con quienes yo he aprendido esta disciplina, lo define así:

“La mente es un milagro. No es si puedo o no, sino como lo hago. Ese es el camino. No hay nada que no se pueda hacer. Solo tengo que encontrar el cómo. El ser humano es el mayor aprendiz de todas las especies de este planeta. Y si yo no tengo el camino, y quiero llegar, construyo el camino. Busco y encuentro los pasos para hacerlo.”

Y yo te puedo ayudar a encontrar ese cómo, porque es particular e individual para cada persona de este mundo. Y no lo vas a encontrar en ningún libro, ni en ningún seminario en vídeo o en un cursillo de fin de semana.

Es una fórmula que se debe acoplar a tus necesidades, recursos y posibilidades. Pero una vez encontrada, es la que sirve para cambiar tu vida como deseas para siempre, cuando quieras y las veces que quieras hacerlo.

¿Quieres cambiar tu vida de verdad? Tu decides.

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