Yo no tengo estrés

¿Has oído decir la expresión “Yo no tengo estrés”, a alguna persona que te consta claramente que sí lo tiene?

 

Te cuento una pequeña historia:

Hace un tiempo estábamos mi mujer y yo, cenando en un restaurante con un grupo numeroso de amigos.

En esas conversaciones cruzadas que se dan mientras esperas que te tome nota el camarero, una persona refirió que debía tener cuidado con lo que iba a pedir, porque tenía molestias estomacales continuas desde hacía mucho tiempo.

Las dos o tres personas más cercanas le dieron su opinión y algún consejo.

Yo, que por deformación profesional y también por facilitar mi comunicación practico la calibración, vi algunos detalles que me indicaban que podía estar experimentando un cierto nivel de estrés.

 

Obviamente y con ánimo de ayudar, quise corroborar lo que cada vez me parecía más evidente y le pregunté:

“¿Podría ser que estuvieras pasando por un periodo de estrés?”

Yo creía que así era, viendo su fisiología, y las frases que empleaba para describir alguna de las cosas que le pasaban, pero, aun así, con la mejor de sus sonrisas, me lo negó:

“Yo no tengo nada de estrés”.

 

Lo de menos es esta conversación (por supuesto no era ninguna sesión de terapia, eran dos amigos compartiendo charla en una cena). Aunque para mí su calibración indicara lo contrario, repito, eso no es lo relevante.

Lo verdaderamente relevante, es que esta respuesta que me dio es la que te da la mayor parte de la gente que trato en sesiones, cuando les haces esa misma pregunta (lógicamente tras comentar que tienen tal o cual problema físico y yo hacer una primera calibración donde encuentro indicios).

Esa noche eran molestias estomacales. Pero el abanico de síntomas físicos que puede provocar es bastante variado (y he dicho puede, porque, atención, hay otros factores que los provocan también. Por eso hay que calibrar y sobre todo preguntar).

 

A saber, unos pocos:

  • Dolores de cabeza.
  • Insomnio.
  • Dolores musculares y contracturas frecuentes.
  • Frecuentes resfriados o catarros.
  • Dermatitis, picores insistentes o sequedad de piel.
  • Pequeñas taquicardias, sensación de opresión en el pecho, a veces dificultades para respirar…y así un largo etcétera.

 

Pero nadie tiene estrés.

Es decir, nadie lo reconoce. Y menos que su problema físico puede estar causado por él.

Casi nadie cree que su malestar físico puede ser debido al estrés Share on X
Houston, tenemos tres problemas.

 

El estrés genera respuestas biológicas de lucha y huida, porque es un mecanismo de defensa que, entre otras cosas, nos salva de los posibles peligros que nos acechen.

Está ahí desde que el ser humano lo es. Y seguramente tuvo mucho sentido en tiempos primitivos, cuando cualquier depredador podía darse una buena merienda con él.

Incluso tiene una gran influencia en nuestra evolución. El que no nos hayamos extinguido, eliminados por otros depredadores de más tamaño, es una prueba de ello.

 

Lo que pasa es que ya no hay depredadores de ese tipo en campo abierto.

Ahora los “peligros” son otros y mucho más variados: los contagios, el ERTE, la hipoteca, el tráfico, la polarización política, la violencia, el acoso, las exigencias laborales…

Y a partir de ahí, al ser humano actual le surgen tres problemas:

 

El primer problema es que esos “depredadores”, no se quedan quietos, no descansan y están permanentemente acechando, porque se han hecho consustanciales a la vida de las personas (los llamamos “males de nuestro tiempo”, “cosas que pasan en esta sociedad”, etc., y por ello, nuestro estrés está casi permanentemente activado.

 

El segundo problema es que el mecanismo de lucha o huida del estrés cambia el equilibrio químico y las funciones básicas del cuerpo (el cerebro está programado para que corras ante un peligro y no para que hagas la digestión o tengas deseo sexual, por ejemplo).

Hay sistemas que quedan casi sin funcionamiento o bajo mínimos (digestivo, inmunológico reproductor…) y otros (musculo-esquelético, circulatorio, cardio-respiratorio), se sobresaturan.

Y, por tanto, cuando eso se mantiene en el tiempo, sobrevienen los problemas físicos.

Entonces es cuando muchos van a su médico, que les hace mil pruebas y solo encuentra síntomas y no causas. Les da una pastilla y se encoge de hombros (aunque no le veas, lo hace).

¿Sabes qué pasa? Que la gente se ha acostumbrado a que les den pastillas milagrosas constantemente y casi gratis. Y las piden para todo.

Y (normal que pase) niegan que tengan estrés y que es la raíz de la mayoría de sus males. Tienen pastillas gratis.

El estrés cambia el equilibrio químico del cuerpo. Y si se mantiene en el tiempo genera enfermedades y dolencias. Share on X

Pero entonces es cuando aparece el tercer problema.

Porque las pastillas no sirven para siempre. Y cuando no sirven, se suelen mandar otras más fuertes.

Porque crean otros problemas en el tiempo en forma de efectos secundarios no deseados por consumo prolongado.

Y la perspectiva es no verse nunca libre de ellas.

 

Entonces ¿qué vas a hacer?

Cuanto antes reconozcas lo que tienes y le pongas remedio, antes serás libre.

Feliz reflexión.

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